Al despertar el domingo creyó que todo había sido un sueño, pero al ver que estaba montado en aquel tiovivo, con un dolor de cuello impresionante, y que un hombre le estaba dando con un palo para ver si estaba muerto, supo que todo lo que pasó era real.
- Seguro que me han drogado, no me acuerdo de nada – pensó Lorenzo mientras recogía su ropa del suelo - ¿o quizás me emborraché?
Una vez vestido cogió el autobús para ir su casa, cuando llegó vio que en la puerta había una nota que ponía: “Soy tú, será mejor que no entres”. Lorenzo extrañado arrancó la nota y sin echarle cuenta entró en su casa. Se encontró con gente desnuda tirada por el suelo de su casa y en el sofá, estaban por todas las habitaciones, vómitos en la alfombra, la tele rota, sangre en las ventanas y un olor a quemado que alertaría a cualquiera. Lorenzo no se explicaba nada de lo que estaba sucediendo, entonces decidió llamar a su amigo Álvaro, que solía estar todos los sábados con él, era su amigo del alma, casi inseparables. Silenciosamente se acercó hacia el teléfono para no despertar a aquella gente y llamó a Álvaro, necesitaba respuestas.
Álvaro era un tipo alegre, nunca se preocupaba, y al recibir la llamada de Lorenzo le dijo que fuera para su casa para hablar de lo ocurrido, que él tenía un leve re-cuerdo de lo que pasó aquel sábado por la noche. Cuando llegó Lorenzo el perro de Álvaro le olió los pies y le mordió la pierna, el propio Álvaro le quitó de encima el perro y Lorenzo le preguntó que desde cuándo tenía perro, a lo que Álvaro respondió que intentaría explicárselo todo.
Se sentaron los dos a hablar, pero Álvaro no podía responder a todas las preguntas que le hacía Lorenzo de una sola vez, por lo que empezó a contarle la historia desde el principio:
- Vamos a ver Loren, te acordarás por lo menos de que quedamos a las 10 en tu casa, ¿no?
- Sí sí, tampoco soy tan tonto tío – respondió Lorenzo.
- Bueno, pues fuimos al bar ese que inauguraban... ¿te acuerdas?
- ¿El AZTEKA?
- El mismo. Pues como era su inauguración las copas estaban a mitad de precio, y a la 1.00 era la hora feliz, alcohol gratis, ¿bien hasta aquí?
- ¿Me estás diciendo que todo ha sido por culpa del alcohol?
- Sí bueno... tomamos de todo…
- Joder, nos pusimos hasta las manillas, ¿no?
- ¿En serio hace falta que te responda? – dijo irónicamente Álvaro – pero bueno, no nos lo metimos todo de golpe, fue todo poco a poco, ¿te acuerdas de Ana?
- ¿Ana? La verdad es que ahora mismo no caigo…
- ¡Sí hombre! La camarera que insistía tanto en invitarnos, estaba bastante buena, no sé si operada o no, pero bastante buena, yo me acuerdo porque he amanecido en su casa más que nada.
- No estaría tan buena, fantasma…
- Eso es lo que menos importa, volvamos a la historia principal. La verdad es que yo solo te puedo contar lo que te pasó hasta las 4.00 porque entonces te perdí de vista. Básicamente, lo que pasó hasta esa hora fue lo que ya te he contado, estuvimos colocados bailando con todo lo que se movía, vomitando y recomponiéndonos con más alcohol, a las 3.00 por ahí, cuando ya habíamos salido de la comisaría…
- ¿¡De la comisaría?! –interrumpió Lorenzo.
- Por lo visto no está bonito quemar contenedores después de chocarte con él con un coche que no es tuyo… pero vamos, que a eso de las 3.00 fuimos a tu casa y llamamos a mucha gente… ¡vaya fiestaca montamos!
- ¡Ah claro! Eso explica lo de la gente de mi casa… ¿pero cómo acabé en la feria de la ciudad de al lado?
- Pues… la verdad es que no tengo ni zorra, como ya te he dicho, a las 4.00 me fui con Ana a su casa y no veas… uff me dejó seco.
- Tío, eso ahora mismo me importa una mierda.
- ¿Sí? Pues te quedas sin saber por qué tengo perro, capullo.
Al decir eso, Álvaro lo echó de su casa, y Lorenzo no sabía qué hacer, cómo habría llegado a aquel tiovivo era la duda que más le corroía la cabeza, estaba claro que lo hizo bajo los efectos de las drogas y el alcohol, pero a él le intrigaba qué podía haber pasado.
Al llegar a casa, solo quedaban dos chicas desnudas en su casa, y estaban borra-chas, por lo que Lorenzo aprovechó para desahogarse y dejar la mente en blanco por un momento. Al terminar se dio cuenta de que le dolía un poco la espalda, y se dio cuenta de que tenía un tatuaje de una mariposa, las dos chicas le dijeron que ese tatuaje era típico de un tatuador de la ciudad de al lado, y que en la fiesta hubo un momento épico en el que perdió una apuesta y el castigo era ese, hacerse el tatuaje que el amigo quisiera. Lorenzo intentó recordar con qué amigo podría haber apostado algo y haber perdido, y no hubo lugar a dudas, era su amigo Diego, que, además de ser guapo, ligar mucho y ser muy cabrón, siempre quería apostar con todo y, ganara o no, se tenían que cumplir los castigos. Tenía varias historias dignas de contar, como aquella vez que correr desnudo por los pasillos de un hotel mientras tenían estancia en él, pero a Diego le daba igual, no tenía vergüenza de nada y todos sus amigos se habían apostado algo con él, y si no cumplían sus apuestas debían estar atentos a las consecuencias, y debido a esto tenía antecedentes penales. También, por si fuera poco ya, traficaba droga.
Ahora todo cuadraba, fue con Diego a la ciudad de al lado y se hizo el tatuaje, y como allí estaba la feria, siguieron bebiendo, por lo que Lorenzo intuyó que por tonterías de la vida acabó desnudo en el tiovivo. No pudo contactar con Diego, estaría aún de fiesta, cualquiera sabe, era muy impredecible.
La cuestión final es que por mucho que le des vueltas a algo para encontrar la respuesta a cómo es posible que fuera así, algunas veces tienes la suerte de encontrarla y quedar satisfecho, en otras, en cambio, te quedas siempre con la duda, y quién sabe si eso es lo mejor para todos.
THE END?
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